Rompiendo barreras en el aprendizaje de los niños

Niños

Hoy en día, cada vez más niños tienen dificultades en el aprendizaje. Y no, no es solo porque se distraigan más fácilmente o porque les cueste concentrarse, sino que muchos de ellos tienen trastornos que afectan directamente su capacidad para absorber conocimientos.

Esto puede deberse a muchos factores: desde causas genéticas hasta el ritmo de vida actual, donde la sobrecarga de información y la falta de metodologías adaptadas pueden hacer que algunos pequeños se queden atrás. También influye el estrés, el exceso de pantallas o incluso la falta de sueño, factores que afectan directamente su rendimiento cognitivo.

En este artículo vamos a hablar sobre los trastornos del aprendizaje, los desafíos que enfrentan los niños en distintos entornos y, sobre todo, cómo la figura del psicopedagogo puede marcar la diferencia en su desarrollo. Si tienes un hijo o conoces a un peque que enfrenta dificultades en la escuela, sigue leyendo porque esto te interesa. La meta no es mejorar sus notas, sino darle las herramientas necesarias para que se sienta seguro y capaz de enfrentar el aprendizaje con confianza y entusiasmo. Algo que va a tener que hacer durante toda su vida.

 

Tipos de trastornos del aprendizaje

No todos los niños tienen las mismas dificultades cuando se trata de aprender. Algunos pueden tener problemas para leer, otros para escribir o hablar, o incluso para comprender conceptos matemáticos. Muchas veces, estas dificultades no son evidentes a simple vista y pueden ser malinterpretadas como falta de interés o pereza. Por ello, es mejor que conozcas los trastornos del aprendizaje más comunes:

  • Dislexia: Es una dificultad específica en la lectura que afecta la capacidad de reconocer palabras, asociar sonidos con letras y leer con fluidez. No significa que el niño no entienda lo que lee, sino que le cuesta descifrar las palabras, lo que puede hacer que tarde más en leer, que se canse rápido o que evite la lectura porque le genera frustración. Además de la dificultad para leer en voz alta, puede presentar problemas para escribir correctamente, recordar secuencias de letras o aprender un nuevo idioma.
  • Discalculia: Es la dificultad para entender los números y los cálculos matemáticos. Puede manifestarse en problemas para sumar, restar, aprender tablas de multiplicar o comprender conceptos matemáticos abstractos. Algunos niños pueden confundir los números visualmente, invertir cifras al escribirlas o no entender la relación entre cantidades y valores. También pueden tener dificultades para estimar tiempos o distancias, seguir patrones numéricos o resolver problemas de lógica. Esto puede generar ansiedad en clase y afectar su confianza en sus habilidades matemáticas.
  • Disgrafía: Afecta la escritura en distintos niveles, desde la caligrafía hasta la organización del texto y la ortografía. Los niños con disgrafía pueden tener problemas para escribir de manera clara y coherente. Su escritura puede ser desordenada, con letras de diferentes tamaños, espaciado irregular o trazos difíciles de leer. También pueden tardar mucho en escribir porque les cuesta coordinar el movimiento de la mano con lo que quieren expresar. En algunos casos, el esfuerzo que hacen para escribir correctamente les impide concentrarse en el contenido, haciendo que sus textos sean incompletos o desorganizados.
  • Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH): Afecta la concentración, la organización y la capacidad de planificar tareas. No siempre implica hiperactividad; algunos niños simplemente son inatentos y se distraen con facilidad. Esto puede hacer que les cueste seguir instrucciones, completar tareas o recordar lo que acaban de aprender. Otros pueden ser impulsivos, actuar sin pensar en las consecuencias o tener dificultades para controlar sus emociones. En la escuela, esto puede traducirse en olvidos constantes, descuido en los trabajos o problemas para mantenerse sentados durante mucho tiempo.

Estos son solo algunos ejemplos, pero hay muchas otras condiciones que pueden influir en la manera en que un niño aprende. Y, aunque cada uno tenga sus propias dificultades, lo importante es saber que hay formas de ayudarles. La clave está en detectar estas dificultades a tiempo y proporcionarles estrategias adecuadas para que no se sientan diferentes o menos capaces que sus compañeros. Con el apoyo adecuado, cada niño puede encontrar la manera de aprender que mejor se adapte a él.

 

Los desafíos actuales en el aprendizaje

Uno de los principales problemas que enfrentan los niños con trastornos del aprendizaje es que el sistema educativo está diseñado para un modelo estándar, en el que se espera que todos los alumnos aprendan al mismo ritmo y de la misma manera. Esto deja a muchos pequeños en desventaja, ya que sus necesidades específicas no siempre son atendidas. Además, en muchas aulas hay demasiados niños por clase, lo que dificulta que el docente pueda prestar atención individualizada a cada uno.

Por otro lado, algunos centros educativos no cuentan con los recursos suficientes, ni la formación en muchos casos, para ofrecer apoyo personalizado. Esto puede hacer que los niños con dificultades se sientan frustrados, perdiendo la motivación y la confianza en sí mismos. Cuando un niño no recibe el apoyo que necesita, es fácil que empiece a sentirse incompetente, evitando participar en clase o incluso desarrollando rechazo hacia la escuela.

También hay que tener en cuenta el impacto emocional que esto puede generar. Muchos niños con dificultades de aprendizaje pueden sentirse diferentes, inferiores o incluso desarrollar ansiedad por no poder seguir el ritmo de sus compañeros. Es fundamental que tanto padres como profesores sean conscientes de esto y busquen soluciones que realmente ayuden al niño a avanzar. La comprensión y el apoyo del entorno pueden marcar una gran diferencia en su autoestima y en su forma de enfrentar los retos.

Ante este tipo de situaciones, los padres siempre deben evitar pensar que hay algo malo o insuficiente en sus hijos y buscar soluciones que no los hagan sentir incapaces o menos válidos que los demás niños.

 

Lo que un psicopedagogo puede hacer por ellos

Desde el Centro Psicopedagógico Cristina Hormigos, ubicado en Albacete, entienden bien la alta necesidad actual que la sociedad tiene de estos profesionales. La figura del psicopedagogo es clave para ayudar a los niños con dificultades en el aprendizaje, ya que su trabajo va más allá de la simple enseñanza. Su enfoque está en entender cómo aprende cada niño y adaptar las estrategias a sus necesidades individuales.

Un psicopedagogo no solo identifica el problema, sino que diseña estrategias adaptadas para que cada niño aprenda de la manera que mejor le funcione. Esto incluye técnicas de estudio personalizadas, actividades específicas según el tipo de dificultad y apoyo emocional para que el pequeño gane confianza en sí mismo. Además, se trabaja en estrecha colaboración con los padres y profesores para garantizar un enfoque integral y coordinado.

Muchas veces, los niños con trastornos del aprendizaje se sienten frustrados porque no ven avances. Un psicopedagogo les ayuda a superar estos obstáculos con paciencia y metodologías adaptadas a su ritmo. Además, también orienta a los padres y profesores para que sepan cómo apoyar al niño en su día a día. En muchos casos, pequeños cambios en el entorno de aprendizaje pueden marcar una gran diferencia en su desempeño y autoestima.

Acudir a un psicopedagogo no significa que el niño tenga un problema grave ni que no sea capaz de aprender, sino que necesita un enfoque diferente. Con el apoyo adecuado, estos niños pueden alcanzar el mismo nivel académico que sus compañeros y desarrollar todo su potencial. Lo importante es reconocer que cada niño aprende a su propio ritmo y necesita herramientas específicas para potenciar sus habilidades.

 

Adaptar la enseñanza para que todos puedan aprender

Los niños con dificultades de aprendizaje no necesitan que se les baje el nivel, sino que se les enseñe de una forma diferente. Adaptar la enseñanza no significa hacerla más fácil, sino encontrar la metodología adecuada para que puedan aprender sin sentirse presionados o frustrados. Es cuestión de descubrir qué herramientas funcionan mejor para cada uno.

Por ejemplo, un niño con dislexia puede beneficiarse de materiales visuales, audiolibros o ejercicios multisensoriales. Un peque con discalculia puede mejorar su comprensión de los números si se utilizan técnicas manipulativas en lugar de solo cálculo abstracto. También es importante reforzar su confianza en sí mismos, celebrando cada pequeño avance y haciéndoles ver que son capaces de aprender.

El objetivo no es que memoricen contenido sin entenderlo, sino que realmente aprendan y se sientan cómodos en el proceso. Si logramos que estos niños tengan acceso a una educación adaptada a sus necesidades, no solo mejorará su desempeño académico, sino también su autoestima y motivación. Un ambiente de aprendizaje positivo puede marcar la diferencia entre un niño que se siente incapaz y uno que se siente motivado para seguir aprendiendo.

 

Todos merecen lo mejor

El aprendizaje no es igual para todos, y eso no significa que unos sean más capaces que otros, sino que cada niño tiene su propio camino. Los trastornos del aprendizaje pueden presentar desafíos, pero con el apoyo adecuado y las estrategias correctas, cualquier niño puede desarrollarse académicamente y alcanzar sus metas. Lo más importante es que nunca pierdan la confianza en sí mismos ni la ilusión por aprender.

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