Disfrazarse es una actividad que muchos consideran arte. Actividad o arte, es algo que se hace de forma más frecuente de lo que pensamos. Es fácil encontrar eventos en los que uno de los requisitos de acceso, no es otra cosa que acudir disfrazado. Así mismo, contamos con fechas señaladas en las que disfrazarse es lo que toca, como el caso de los Carnavales o Halloween.
Para muchos, disfrazarse puede parecer algo extravagante o ser sinónimo de falsedad. Para otros, el disfraz es todo un arte, divertido y sinónimo de ocio. Aunque la realidad nos dice que, aunque pueda parecer que solo se pueda uno disfrazar en ciertos momentos, como las citadas fechas, no es necesario esperar a que lleguen las mismas o se produzca un acontecimiento concreto. Es más nos disfrazamos continuamente y desde hace ya unos cuantos miles de años. El disfraz puede parecer sinónimo de ocultación, de disimulo. No en vano, la palabra, procede de desfrezar que significa ´disimular´. No obstante su etimología, sigue siendo objeto de debate aun guardando un gran parecido con su traducción catalana disfressa.
En tal caso, el origen de la palabra, no importa tanto como el de lo que implica. Si bien su origen puede remontarse a diversas y muy variadas celebraciones a lo largo y ancho del planeta, una de las que más peso tiene en su evolución y origen es el Samhain. Esta conmemoración era para los antiguos celtas que habitaban diferentes regiones de Francia, Inglaterra, Escocia e Irlanda en los siglos octavo a primero antes de Cristo, la más importante de las que portaba su tradición. Esta festividad coincidida con uno de los cuatro festivales anuales que marcaban el inicio de cada estación conforme a los ciclos agrícolas y ganaderos.
Seguramente, esto a más de uno o una, por no decir a la mayoría, le resulte una información irrelevante, pero si os digo que el Samhain se celebraba del treinta y uno de octubre al uno de noviembre ¿os resulta familiar? Los que saben de tradiciones y culturas, consideran esta fiesta como el precedente lógico de nuestra archiconocida noche de Halloween. Siento decepcionar a todos aquellos que consideran esta fiesta como algo netamente norteamericano y expandido por ellos. La realidad es que Halloween tiene su origen en las tierras anglosajonas.
El disfraz de antes y el disfraz de ahora
Antiguamente, los disfraces se confeccionaban para la ocasión de manera artesanal. Lógicamente, no existían tiendas como La Casa de los Disfraces donde puedes encontrar disfraces de todo tipo y para toda ocasión. En sus orígenes, los disfraces no consistían en una simple prenda que lucir, se trataba de algo muy ligado a los rituales de carácter religioso y pagano. Dentro de estas prácticas o rituales, se rendía culto a los dioses. En función de cada cultura, el dios era diferente y era posible hacer los honores disfrazados de mujer.
Sin embargo, si algo marcó definitivamente el carácter del disfraz y su uso, fue el teatro y las diferentes formas de expresión que ofrecía la literatura. Basta con remontarse a la Antigua Grecia para encontrarnos con la tragedia griega y sus máscaras. El disfraz ocultaba a la persona para dar paso al personaje. Dado que en los origines del teatro griego, los actores eran exclusivamente hombres, era menester utilizar máscaras que permitieran representar diferentes personajes y emociones. Esos disfraces, se confeccionaban a mano, con materiales como el lino, la madera, el cuero y los elementos disponibles.
Con el paso de los siglos, la evolución del teatro y su adopción por otros países, hicieron posibles la propia y necesaria evolución del disfraz. Siendo Italia la que aportó las mascarás y disfraces más distintivos que permitían a sus actores, representar los diferentes arquetipos cómicos en su comedia dell´arte tan popular.
Otro gran contribuyente a la evolución del disfraz, no fue otro que Shakespeare que durante la época isabelina, los trajes y accesorios más elaborados, eran necesarios para que los actores representaran a los personajes que el creaba. Desde oriente, nos llegaba la extremada elaboración de los trajes con un excesivo maquillaje para interpretar personajes históricos o mitológicos.
Inevitablemente, el disfraz, nació para ocultar y representar. De ahí que su funcionalidad tenga una cara divertida y ociosa, al tiempo que puede resultar algo siniestro.
En la actualidad, a parte del teatro, contamos con numerosas influencias para disfrazarnos con total y plena libertad: la noche de Halloween, los Carnavales, el cine, los eventos de cosplay, convenciones de cómics o festivales de música, son el punto de encuentro ideal del disfraz. Lugares y momentos en los que nada es lo que parece y nadie es quien crees que es.
A modo de conclusión, podemos decir que los disfraces pueden ser tanto una forma de expresión artística, como un entretenimiento o la celebración de la identidad y la diversidad cultural. Por tanto, los disfraces, tienen un origen muy remoto que ha evolucionado bebiendo de otras fuentes culturales que todavía se mantienen. Aunque su mayor vinculación actual, se observe en la expresión artística y el mundo del entretenimiento.
Disfrazarse es sano
Convertirse en otra persona por un instante es algo que a todos nos gustaría. Poder ser ese actor o actriz, ese cantante o personaje de ficción al que admiramos, es una de esas aspiraciones infantiles que prevalecen en la edad adulta. Por eso, el disfraz es sano y saludable, poder ser quien tú quieras y lucir ese aspecto sin que tengas que renunciar a tu esencia.
En nuestro país, el momento del disfraz por excelencia es sin duda, el Carnaval. Esta fiesta tan antigua se celebraba en sus orígenes como la antesala de la cuaresma. Momento en el que no se podía pecar ni llevar a cabo ciertas actividades. Por lo que se ideo una fiesta donde todo valiera antes de ceñirse a lo que la religión imponía. Los disfraces y máscaras, constituían la mejor manera de poder hacer lo que a cada uno viniera en gana sin que nadie, supiera de quien se trataba. Historia aparte, disfrazarse, sea en carnavales o cualquier fiesta de disfraces, puede conllevar una serie de beneficios.
Tanto para los más pequeños como para los más adultos, ponerse un disfraz, ayuda a desinhibirse. Nada como ponerse un disfraz para sentirse cómodo en la incomodidad de ser quien no eres. La posibilidad de poder convertirse en otro personaje, ayuda a tener otras perspectivas de la vida, sobre todo de las más cómicas. Perder el sentido del ridículo, es fundamental para mantener una buena relación con uno mismo. Reírse es sano y reírse de uno mismo, necesario.
Disfrazarse de un personaje de cine o televisión, artista o referente, incluso objeto o concepto, te abre un sinfín de posibilidades para practicar y desarrollar la expresión corporal. Calzarse un disfraz, se convierte en la excusa perfecta para perder los miedos y hacer cosas diferentes, siempre, claro está, dentro de lo divertido y con la finalidad de pasarlo bien.
Otro de los aspectos que refuerza el arte del disfraz, porque al final es todo un arte, es la creatividad. Inventar un personaje y crear un alter ego es otra posibilidad. No es necesario disfrazarse de algo conocido, puedes crear tu propio personaje y darle vida de la manera que mejor te parezca.
Acudir a una fiesta de disfraces o un evento en el que la temática invite al disfraz, es indiscutiblemente, una forma de impulsar la sociabilidad. En estos eventos, la gente siempre va predispuesta a reírse, pasarlo bien y conocer gente en un ambiente más distendido y divertido.
Estos son algunos de los beneficios que aporta disfrazarse. Algo que en el mundo infantil es primordial para un correcto desarrollo de la personalidad. Disfrazarse es algo bastante sencillo de realizar, cada vez existen más eventos y fiestas en los que acudir disfrazado es indispensable, por lo que no hay que esperar a fiestas señaladas como Halloween o Carnaval. Cualquier momento es bueno para celebrar una fiesta de disfraces, crear un concurso y pasar un rato divertido.
Además de que muchos de los disfraces, pueden confeccionarse por uno mismo, con un poco de maña y creatividad, algo que añade un plus de beneficio. Si algo bueno tienen los disfraces es que permiten a cualquier persona, con independencia de su edad y condición, convertirse en aquello que admiran o quieren por un tiempo. No transciende más allá del momento de ocio y permite sacar aspectos de uno mismo que de otra manera, no se muestran, generalmente debido a la timidez o los prejuicios.
Una máscara, permite actuar sin que te reconozcan a simple vista. Este sencillo hecho, hace posible desinhibirse y actuar de una manera más natural, donde la vergüenza deja de hacer de tope. Sin embargo, cabe señalar que, a pesar de sus innumerables beneficios y lo saludable que puede ser disfrazarse, conviene tener los ojos abiertos, cuando el disfraz, va más allá y se apodera de la persona. En algunos casos, querer ser otra persona o personaje, hace que se pierda la personalidad propia y el sujeto, haga lo imposible por convertirse en Barbie, Ken o incluso una serpiente. Disfrazarse si, pero sin perder el norte.