La fotografía es un arte. Como todo arte, se lleva dentro. Sensibilidad, buen ojo, creatividad… son cualidades que un buen fotógrafo debe poseer. Pero no solo es suficiente ser talentoso o talentosa. Para convertirse en un buen profesional de la fotografía, hay que estudiar. El arte de escribir con luz y crear imágenes que capten la esencia de lo que se quiere mostrar, requiere habilidad y conocimiento. De nada sirve tener talento si no sabes cómo se utiliza una cámara, como colocar las luces o el procesado de las imágenes. Por lo que estudiar es fundamental, aunque se puede aprender de forma autodidacta.
De tal manera que si te planteas la posibilidad de dedicarte a la fotografía y te preguntas que es lo que necesitas, te diremos que la respuesta no es una cámara profesional, ni un equipo fotográfico completo. Para alcanzar tu meta, necesitas talento, formación, experiencia, visión de negocio y, ganas, muchas ganas.
Cuando se habla de ser fotógrafo profesional, se habla de ganarse la vida trabajando de ello. No es lo mismo ser un fotógrafo profesional que uno de calidad que, de cuando en cuando, vende algunas imágenes. Profesionales como Misma Orbita Fotografía y Video, nos hablan de como la fotografía es un trabajo apasionante, lleno de satisfacciones y matizan que se pueden hacer fotos de mucha calidad, siendo aficionado sin tener que dedicarse de forma profesional. Del mismo modo que se puede ser profesional y hacer fotos de muy baja calidad. La cuestión es que uno vive de ello y el otro, solo disfruta del arte sin lucrarse.
Antes de considerarse fotógrafo profesional, hay que pasar por varias etapas, no basta con comprar una cámara y creerse que ya se es fotógrafo. Antes hay que recorrer un camino y encontrar el tipo de fotografía que más te va. Porque, tipos de fotografía y fotógrafo, hay más de uno.
Aspectos básicos para convertirse en fotógrafo profesional
Lo principal es lo principal: el conocimiento. Este es uno de los aspectos elementales para convertirse en fotógrafo profesional. No siempre es absolutamente necesario empezar por estudiar fotografía, pero nunca está de más, adquirir conocimientos para empezar y, formarse en la medida de lo posible. Se puede empezar como asignatura optativa en la escuela, apuntarse a un curso o cursar estudios medios o superiores de la rama.
En cualquiera caso, si te haces con una cámara de fotos, lo primero que hay que hacer, es empollarse el manual de usuario. El mismo, cuenta con toda la información necesaria para conocer a fondo la cámara y empezar a utilizarla como es debido. Cámara en mano, apuntarse a un curso o cursar estudios reglados, puede ser la mejor opción para adquirir todos los conocimientos necesarios. Si bien es cierto que la formación autodidacta es bastante común en el sector. La práctica es donde reside la esencia de la fotografía. Con unas buenas nociones y conocimientos puestos en práctica, se acaba interiorizando todo lo necesario para realizar las mejores fotos.
El siguiente aspecto reseñable que hace que uno se convierta en un profesional de la fotografía, no es otro que la creatividad. Un fotógrafo que se precie, tiene que ser creativo. Este don no se aprende en los libros, ni se adquiere con la práctica. Se tiene o no se tiene. La curiosidad por aprender nuevas técnicas y experimentar debe ser innata. Un artista no suele tener una personalidad rígida y fría, debe ser flexible y adaptarse.
Romper las reglas, buscar perspectivas y encuadres imposibles… sin perder el interés por explorar el arte en todas sus formas y expresiones. Observar las obras de otros fotógrafos, pintores o cineastas, puede ayudar a despertar esa creatividad dormida. A través del talento ajeno se puede evolucionar en el propio hasta encontrar tu estilo, ese que marque la diferencia.
Talento aparte, hay que tener un buen ojo para los negocios, no solo para la lente. La fotografía es solo el cincuenta por cien del trabajo, la otra mitad, corresponde a la labor empresarial que implica. Este aspecto, tedioso para un artista, es algo que hay que asumir y tener presente desde el primer momento. Salvo que dejes todo el papeleo y tareas añadidas a un tercero.
Lo cierto es que para dedicarse a la fotografía profesional, hay que combinar la parte pasional con la racional y hacer que trabajen en equipo. Solo así se puede conseguir un negocio rentable. Lo que implica la necesidad de realizar una buena gestión y tener un excelente trato con las personas.
Lógicamente, no se puede ser fotógrafo profesional si no se dispone de un estudio de trabajo. Aunque esto va más en función del tipo de fotografía al que uno se quiera dedicar. Si se trata de fotografía de eventos sociales, como bodas, bautizos y comuniones, no es necesario disponer de una localización concreta. Pero si se trata de ser fotógrafo de estudio, si es indispensable contar con un espacio de trabajo adecuado.
Se puede montar un estudio en un local e incluso en una habitación espaciosa que tengas libre en tu vivienda. Si viajas mucho, es posible encontrar alquileres de estudios por horas. Este aspecto es esencial si se quiere trabajar en el sector de la moda o la belleza o dedicarse a la fotografía de retrato.
Otros aspectos a considerar para convertirse en profesional
Ya conocemos algunos aspectos básicos y esenciales para convertirse en fotógrafo profesional. Aunque todavía nos quedan en el tintero algunos otros. En primer lugar, aquellos que requieren de capital económico. Porque no hay que olvidar que ser fotógrafo no es coger una cámara y lanzarse a disparar. Ser profesional, conlleva estar al tanto de las tendencias y exigencias del mercado. Contar con equipos de fotografía completos y con varios complementos. El material no suele ser precisamente económico si se quiere realizar un trabajo profesional. Por lo que trabajar como fotógrafo supone invertir de forma constante en material de calidad. Las mismas sesiones de trabajo determinarán el tipo de material y equipo y harán que mejores en los resultados.
A esto hay que añadir la necesidad de contar con un equipo de revelado y edición. La fotografía digital implica un revelado digital. Aunque no seas fan del retoque fotográfico, en la actualidad es lo más común y, sí o sí, hay que disponer de un ordenador en el que volcar las instantáneas y procesarlas para poder revelarlas. Si quieres ser capaz de editar y retocar las imágenes, evidentemente, habrá que adquirir los conocimientos necesarios para utilizar los programas adecuados. Lejos queda la máquina de revelado o la ampliadora que se utilizaba en otros tiempos. Aunque siempre puedes adquirir una cámara analógica y los elementos de revelado, aunque sea de segundamano, para aprender la técnica desde sus orígenes.
A partir de aquí, podemos decir que puedes considerarte un fotógrafo o fotógrafa profesional. El camino acaba de empezar y toca ponerse las pilas. ¿Algún consejo? Allá va.
Una de las mejores cosas que puedes hacer es especializarte en un tipo de fotografía en concreto. Mejor ser maestro de algo que aprendiz de todo. Elige el tipo de fotografía que más te guste y hazlo tuyo. Reinventa el género, busca tu estilo y quédate en él, al menos una temporada.
No olvides la autocrítica. Sin centrarse en los aspectos negativos, pero siendo realista con el trabajo que se realiza. Reconocer los puntos fuertes y débiles, resulta esencial para poder aprender y avanzar. Un ejemplo: el número de fotos por sesión. No es lo mismo hacer treinta que mil. Si disparas al tun tun, con la idea de que alguna será buena, malgastas tiempo y energía, además de dinero. Si no te gustan las fotos que haces, pero confías en el retoque, piénsalo. Realmente no estás haciendo bien el trabajo.
Construye un negocio rentable. Un buen fotógrafo profesional debe tener una buena visión de negocio. Hay que asumir que ser fotógrafo profesional es un negocio que gestiona uno mismo, lo que implica el papeleo, ser autónomo, burocracia, llamadas, impuestos… A la larga, esa inversión de tiempo y dinero, tiene que verse compensada, el trabajo tiene que pagar las facturas. Para que un negocio sea rentable, los beneficios deben superar a los gastos. Por lo tanto, infórmate, déjate asesorar, pide consejo y haz cuentas.
Por último, el consejo de la vida: nunca dejes de aprender. Aunque tengas toda la experiencia del mundo (o eso creas), tengas tu hueco en el sector fotográfico y te creas bueno, no te confíes. En el mundo artístico, la gente valora el talento y la inquietud. Esto conlleva la reinvención.
Vivimos en una sociedad de usar y tirar, en la que hay que estar siempre a la última. Todo es pasado y deja de estar “in”. No hay mejor estudio de mercado que prestar atención a lo que se hace viral, las tendencias y la moda. Los retratos que se realizaban hace diez años no son los mismos que se hacen hoy. Desde que se impuso la moda del selfie o los robados casuales, en sustitución del posado, todo ha cambiado y seguirá haciéndolo.
Poco más podemos añadir, si te gusta la fotografía y te apasiona. Puedes convertirte en un profesional del sector teniendo en cuenta todo lo que hemos compartido. Aprender, aprender y aprender. Practicar, practicar y… trabajar.